Aunque la meta inmediata de los cubanos sería reducir al máximo los más de dos mil millones de dólares que gasta el Estado en importación de alimentos, lo cual aun no se ha logrado y parece una utopia, mas bien la gente se queja de dificultades a la hora de comprar alimentos, algunos propietarios de finca, asesorados por la Universidad de area estan logrando resultado significativos, sobre todo porque el personal que labora la tierra no es de baja escolaridad. He aqui un reportaje del periodico de la provincia de Villa Clara sobre un dueno de finca:
Although the immediate goal of Cubans would minimize the more than two billion dollars spent by the state on food imports, which still has not been achieved and looks like a utopia, but rather people complain of difficulty when buying food, some property owners, advised by the University of area are achieving significant results, especially since the staff working the land in any case could be considered as people of low education. Here is a report in the newspaper of the province of Villa Clara on a farm owner:
Receta multipropósitos para una finca agropecuaria.
- Laura Lyanet Blanco Betancourt
- 14 Septiembre 2015
Probablemente, 50 años atrás nadie hubiera imaginado a un guajiro comentar con sus semejantes acerca de inseminación artificial, pastos con altos contenidos proteicos, biodigestores de membrana de PVC, así, con esos términos. Casi seguro, ese mismo campesino de hace medio siglo se quedaría boquiabierto, como pasmado, al recibir la charla de un académico, relacionada con un jardín de vitroplantas para propagar variedades de cultivos más resistentes y productivas. « ¿Vitro qué?», diría, con los ojos a punto de salirse de sus cuencas.
Sin embargo, la interacción entre las actividades científicas y las prácticas agropecuarias han consolidado un diálogo equitativo, enriquecedor, entre el investigador y el guajiro cubanos. En Villa Clara, esa fructífera relación tiene, entre sus responsables, al Proyecto de Innovación Agropecuaria Local (Pial), regentado por la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas.
Desde el trabajo investigativo de los profesores de la UCLV, Pial pretende desarrollar la producción de alimentos con técnicas agroecológicas y otros métodos de bajos costos, y apoyado en el soporte instrumental financiado por varias organizaciones extranjeras.
Los resultados corren a cargo del sector cooperativo campesino de la provincia. En materia de buenas prácticas, ellos dicen la última palabra.
De todo, como en botica
Con esa frase reacciona inevitablemente el visitante, al recorrer la finca La Lechuza, a las afueras de Placetas. Una hacienda con cotos porcinos, avícolas, vacunos, estanques de peces; parcelas de guayabas, yucas, boniatos.
Su dueño es Leonides López Pérez, un guajiro que cursó estudios hasta el octavo grado, pero que ha sabido aplicar bien las enseñanzas de la ciencia para instalar tantas producciones en apenas 5 hectáreas de tierras. Tal es la extensión de «La Lechuza», ni más ni menos.
«Queremos demostrar que el espacio no constituye una limitación para la agricultura. En poco terreno también podemos obtener buenas producciones. Basta con aplicar los métodos científico-técnicos precisos», afirma el campesino.
En efecto, «La Lechuza» se fundamenta en un trabajo bien pensado, un ciclo productivo cerrado, donde su dueño aprovecha al máximo cada palmo de tierra.
«Cada actividad responde a las necesidades de la otra: con las clarias y tilapias de los estanques completo la dieta de los cerdos y pollos; el agua de fosa de la cría porcina y la cáscara de arroz del pollero —conocida como gallinaza— fertilizan los estanques; empleo las viandas en la alimentación del ganado y, a su vez, las excretas de las reses me sirven como biofertilizantes para las siembras», explica López Pérez.
Un segmento de terreno lo dedica a la caña y el King grass, como bases proteicas del forraje para las vacas, toros y terneros; otra parte ya ha sido poblada con arbustos debienvestido, para la futura instalación de colmenares en su zona; y otro espacio permanece casi virgen, con palmas que proporcionan palmiche a sus cerdos criollos, y un arroyo benefactor que bordea el terreno y abastece de agua a toda la finca.
En distintos espacios de la hacienda se levantan naves para la porcicultura. «Por un microconvenio, hago dos crianzas al año y entrego cerca de 4 toneladas de carne; utilizo las reproductoras para el reemplazo, o bien las vendo por ceba terminal»
El placeteño también emplea un biodigestor tubular de membrana de PVC (polivinilcloruro) para el tratamiento de las heces de la porcicultura. Una vez procesadas, los residuos sólidos se utilizan como abono en los pastizales y sembrados.
Asimsimo, López Pérez ha emprendido la construcción de algunos canteros para sembrar especias y garantizar parte del autoconsumo, ante la carestía de estos productos en los mercados.
Dividirse entre tantas tareas podría resultar difícil, a pesar del pequeño espacio. Incluso, las dudas afloran cuando se habla del éxito de este experimento de finca, apoyado por Pial, la Anap y la delegación provincial del Ministerio de la Agricultura (Minagri).
Algunos prefieren reducirlo a una iniciativa que avanza solo porque goza de privilegios indebidos en cuanto al abasto de insumos. Pero en materia de agricultura, se impone una atención diferenciada para aquellos que prueban su disposición a producir más, y mejor.
Entretanto, las expectativas crecen ante las tentadoras ofertas de un terreno como ese: muy poco debe procurarse por fuera el cooperativista, pues en sus cinco hectáreas tiene todo, o casi todo.
«Dentro de poco tendré más. El Instituto de Biotecnología de las Plantas (IBP) ofreció unas 300 variedades de plátanos, en vitroplantas, para crear un jardín aquí. Así los campesinos vecinos podrán valorar adaptaciones, rendimientos, resistencia de esta especie, y seleccionarán las que consideren idóneas para sus terrenos», asegura. Un método que nunca falla, pues el diálogo campesino-campesino continúa entre los más eficaces para propagar conocimientos, ciencia y resultados.
Hablemos de cooperación
Con todos los recursos al alcance —piensos, instrumentos de trabajo, insumos tecnológicos—, se puede conducir la agricultura cubana por las sendas del crecimiento. La meta inmediata sería reducir al máximo los más de dos mil millones de dólares que gasta el Estado en importación de alimentos. Pero cuando los suministros apenas alcanzan, se impone la búsqueda de estrategias cooperadas que cumplan, al menos, una parte de ese objetivo.
La ciencia y la sabiduría campesina ya se han probado como una mezcla perfecta, en tal sentido. Hacer más, con menos, aparece como la receta perfecta en medio del desarrollo biotecnológico, los cultivos agroecológicos y otras tantas palabras que, lejos de asustar al guajiro, lo convierten en sujeto activo de ese proceso de creación que se desata hoy en terrenos agropecuarios. Basta con tocar a las puertas de las personas correctas para deleitarse con resultados, y animarse a abrir surcos con las enseñanzas de la ciencia
Fuente: http://www.vanguardia.cu/ciencia-y-tecnica/4699-receta-multipropositos-para-una-finca-agropecuaria